De La Paz a Culiacán:::

Al aeropuerto...
Terminó matemáticas, última clase del día y...
Contra me hizo el grandísimo favor de llevarme al aeropuerto [acto que le agradezco en magnitudes industriales].


El despegue...
Mi avión salió a las 12:50 p.m. Me percaté que al lado mío había un asiento vacío y comencé a divagar entre mis “Quizá” y los “Hubiera” dando lugar a que posiblemente ese asiento lo ocuparía una despampanante pelirroja de ojos amielados y cuerpo escultural, de esas que ni me pelan. Desperté de mi letargo por el codazo de mi nuevo vecino cuya presencia no había notado hasta ese momento...No, no erá ni pelirroja ni mucho menos escultural...Era, mejor dicho, un tipo gordo, calvo, barbón y con una gorra del Cruz Azul que, en conjunto con su sudada playera, olía a siete machos en conserva.
No conforme con romper a madrazos mi sueño guajiro, al ogete se le ocurrió pedir una cerveza y en 340 ml me contó su vida...Se llama Raúl[o Joaquín, o Guillermo o Vicente...ni atención le puse] y vive feliz con su esposa y tiene dos niños.


El taxi...
Total, me bajé del avión en Mazatlán por ahi de las 2 de la tarde y pregunté por un taxi para llegar a la terminal de autobuses. Cuando me dijeron que el costo era de $290.00 moneda nacional les menté la madre dije que muchas gracias y busqué otro medio de transporte. Dí con un taxi colectivo que pedía una suma más razonable [al menos más acorde a mi presupuesto] y trepé mis maletas en la cajuela.
El taxi iba en un silencio estilo elevador cuando un tipo se aventuró a hacer un poco de ruido. Nos contó que vivía en Los Ángeles y que iba camino a Morelia para visitar la tumba de alguien cuyo nombre y rango familiar no me molesté en recordar.


Javiersito...
La terminal. 2:55 pm. Tomé mis maletas y compré boleto para el primer camión que saliera hacia Culiacán que era el de las 3 pm. Subí mis cachibaches al camión y tomé asiento.
A mi derecha, un tipo medio amargado al que le pedí su celular para enviar un mensaje. A mi izquierda...Javiersito. Un niño de unos cinco años que, según podía ver en su asiento, había ingerido: una botella de coca cola, unas donitas bimbo, unas gomitas, un gansito, un helado y un yogur de fresa. Desde ese momento supe que el viaje no sería en mínimo placentero con un niño con tal nivel de azúcar en sus venas...


La tragedia...
Javiersito corría, Javiersito saltaba, Javiersito gritaba...fuerte, Javiersto no me dejó ver la película, Javiersito no me dejó dormir, Javiersito escupía, Javiersito era anarquista y se rehusaba a escuchar a su mamá y por eso me cayó bien.


En la terminal...
Llegué a Culiacán a eso de las 6 y ya estaba oscuro. Me até el mandil al cuello y llamé a mi novia. Le dije que ya había llegado a la ciudad y esperaba verla y abrazarla y besarla y acariciarla y demás cosas melosas de las cuales ustedes no quieren saber porque sé que no son metiches. Apenas colgué, ya estaba ella en la entrada con su falda larga y su boina bohemia. Después de un largo y silencioso abrazo hubo un eterno, cálido y perfecto beso...


Así llegué a Culiacán. Así comenzó el fin de semana más perfecto de estos 19 años.
Luego les contaré como estuvo lo demás.

Te Amo, Luna