lunes, 29 de junio de 2009

.::El viernes bailé::.

Lo crean o no, para mi es nuevo eso del baile y más si se trata de música del populacho [entiéndase por populacho todo el set bailable de las quinceañeras a la mexican style].
No sé si fue el alcohol, el ambiente, las féminas con sus microvestidos escotados que sobrepoblaban el salón o una mezcla de todo eso aprovechando que andaba de buenas.
El caso es que no pasó más de una hora cuando, con mi trago en mano, estaba dando pasos accidentados hacia el centro de la pista al tiempo que intentaba seguir el ritmo de lo que alcanzaba a escuchar.
Como lo suponía, mis amigos, mis camaradas, hermanos de pacto, mis colegas o como quieran llamarle al par de vagos con pinta de marihuanos que siempre me acompañan; no tardaron en burlarse de mis pintorescos pasos de novato y resaltar cada aspecto de mi posible parentesco con Cantinflas al bailar.

Nunca había bailado nada que no fuese dentro de los parámetros de un rave playero que estuviese lleno de sustancias erróneamente ilegales, pero esa noche, cerca de perder la cuenta de los shots de tequila consumidos, terminé bailando con extrañas y divirtiéndome como rara vez lo hacía en esos eventos.
No recuerdo mucho de lo acontecido esa noche, así que no entraré en detalles para no seguirle inventado y sólo diré: Gracias, alcohol...pero que buena peda.

viernes, 26 de junio de 2009

.::Podría perderme pero no quiero::.

Te visito diario, pero pocas son las veces que puedo decir algo que pueda considerar bueno. Apenas veo tu sonrisa vestida de cal y canto, soy víctima de un desorden literal que me hace imposible decir algo coherente.
Me enamoro de tus fotos, de tus letras y tus citas...aunque no tenga la menor idea de quien seas más allá de tus palabras. Lejos estoy de saber si tus labios son suaves o si mis brazos podrían amoldarse a tu cuerpo y es difícil no recurrir repetidas veces a mi imaginación para darle timbre a tu voz o suavidad a tus manos, crear respuestas a preguntas que sólo se harían los amantes y dejar de ser extraños.

miércoles, 24 de junio de 2009

.::Foreverinmotion::.

Me gustaría ver un fantasma, uno de esos que brillan, uno que me diese miedo y me llenara de angustia. Que me dieran ganas de desmantelarme y no sentir las rodillas para no poder correr, para no escapar y poder observarlo.
Ver detenidamente lo humano que queda en su pálido perfil y escuchar su paso fantasmal entre lo ocuro de mi habitación.
Me gustaría que fuese tu fantasma para no sentirte tan lejos hoy, que ya no estas.

jueves, 11 de junio de 2009

.::Carta a las Humanidades que estudian Ciencias en algún Colegio::.

Hola Trista:
Hace meses que no te escribía, se que estás acostumbrada a recibir mis quejas y
berrinches. Yo al menos lo estaba.
Hacen falta solo un par de días para que el mes termine. Me conoces, siempre espero
que los meses terminen. Así como han terminado los últimos nueve meses que he estado
en esta escuela, disfrutando de mi insistente existencia.

Leyendo tus cartas, recordé lo que era mi vida en antiguas escuelas, recordé lo que era
de mi y digo era, porque he cambiado a magnitudes industriales. Se dice que las
personas no cambian, sería más exacto decir que se degeneran un poco mas. Tal vez soy un
degenerado a baja escala, ¿No lo crees?...yo tampoco.
Siempre se sigue conservando la esencia, el espíritu de una persona, pero el cambio es
necesario e involuntario. Adaptación.
De ahí nace el motivo de esta redacción. No sé si aún recuerdas cuando, en una de tus
cartas, me preguntaste el porqué de mi continuo cambio de escuela hasta llegar a la
Morelos. Pues bien, todo se reduce a adaptación, a entender y a saberse entendido.
Las escuelas son un mar de gente, un mar de imágenes y una fuente inagotable de ideas
en un eterno debate...o solían serlo.
En las últimas escuelas a las que asistí todo era sistemático, complejo, limitado y perfecto.
Eran clones etiquetados como maniquíes en un almacén. Cada tarde, al salir de clase, la monotonía de mis pasos podían platicarte lo apurado que estaba por llegar a casa, abrir la puerta, mirar la pared, a escuchar sonidos aburridos, a esperar esa llamada...a hacer lo mismo...
Pero aquí no, no en mi escuela. Aquí todo se asemeja mas a una utopía estudiantil; una comunidad de individuos que pueden ver las cosas desde mi perspectiva sin perder la suya.
Tan solo basta sentarse en un pasillo, dejar mochila, tarea y prejuicios a un lado y
comenzar a observar. Siempre hay algo que ver; todo está lleno de matices, de formas, de sonidos, de músicos, pintores, escritores, informáticos, ociosos, marginados sociales, alcohólicos, cafeinómanos, deportistas, drogadictos y gente tan genérica que no es difícil para la mente humana promedio asimilarlos.
Mi escuela es un mundo, y su población es proporcional al de la vida real. Pero aquí no
hay cajitas plásticas envueltas en un código de barras y uniforme, no tenemos
sobrepoblación de marcas registradas en cada salón y no tenemos, hasta donde sé, ningún estereotipo escolar impuesto.

Es como entrar a una de esas burbujas donde el espacio tiempo se sincroniza con la
percepción de la realidad de cada uno de los habitantes.
¿Recuerdas el árbol, justo a la entrada, donde siempre me encontrabas?. Sí, sigue ahí,
siguen los mismos fumadores (con alguna u otra nueva adquisición) al borde de un cataclismo existencial causado por algún trabajo final que caduca en una hora.
Pero claro, siempre dejando a un lado esa necesidad de estresarse por tareas inconclusas que por tradición, se entregan en hojas de cuaderno, comenzadas con pluma y terminadas con lápiz para dar lugar a un poco de humo y ocio.

También recuerdo el día que pasaste fugazmente de visita y descubriste que el piso de los pasillos era cómodo al grado de causar somnolencia...ya no dejan dormir en los pasillos, pero las bancas aún están libres de impuestos.

Como dije, todo es cuestión de adaptarse. Y me eh adaptado bastante bien a esta, mi
escuela.
En fin, ojalá esto conteste tu pregunta. Me despido, mañana tengo clases y, por mas que
me guste el ambiente, levantarse temprano no deja de ser un fastidio. Espero verte
pronto.

Atte: Wallas

miércoles, 10 de junio de 2009

.::Afirmación #8::.

Sin ganas de recordarte...sin ganas de escribir.

martes, 9 de junio de 2009

lunes, 8 de junio de 2009

..::Luna en lunes::.



"Hace mucho que me encuentro
hallando en todo una señal
que termina conduciendo a donde estás
y que pueblas mi mente de vueltas
como haría una mañana de luz
cuando llenas de sol las semanas
y a entregas tempranas me amaneces tú."


-Fernando Delgadillo

jueves, 4 de junio de 2009

.::El último y me voy::.

Me gusta conversar, intento hacerlo diario aunque sea difícil en ocasiones. Cada día hay personas nuevas, temas nuevos y escenarios varios; me doy cuenta de quienes tienen algo que decir, quienes deberían callar o quienes simplemente no hablan...sólo expulsan ideas de forma irregular y ruidosa.

Las conversaciones las suelo medir de muchas formas, con risas por ejemplo. Pero también uso silencios incómodos, vasos de agua, miradas cruzadas, suspiros...aunque mi forma favorita es la de los cigarros.
Puedes hablar de tantas cosas mientras se consumen esos escasos cinco centímetros de tabaco y papel arroz, que podría haber toda una vida dentro de una cajetilla.
Ella solía decirme: “Se acaba este cigarro y me despido...” y yo deseaba que se consumiera lentamente, que esa braza cilíndrica fuese eterna...o por lo menos que durara hasta el amanecer.
Entre mis amigos, en esas noches de marzo donde nos dábamos cuenta de lo mucho que habíamos cambiado durante el otoño, regularmente nos veíamos envueltos en ese humo danzante acompañado de su aroma tan distintivo y siempre he creído que es parte de un ritual. Un ritual donde cerramos círculos para abrir nuevos. Nos despedimos con el clásico: “Nos vemos después”, sabiendo que podrían pasar meses sin saber el uno del otro, cambiar, correr, caer, levantarse, experimentar, madurar y aún así jurar que, al volver, seremos los mismos extraños que ríen o lloran bajo el mismo techo pero por diversas circunstancias.
Pienso que uno no se hace adicto al tabaco, se hace adicto al sentimiento de compañía entre fumadores, a las historias que caben en una cajetilla, a los recuerdos, a la nostalgia, a las carcajadas, a las figuras que forma el humo contra la luz del ordenador, a lo hipnótico de ese aro de fuego... al aroma que forma la mezcla de nicotina y el rastro de perfume que quedó impregnado en mi almohada después de que ella se fue para no volver.

Todo esto escrito en compañía de un cigarro, en caladas con sabor a recuerdos.