-Tammy Metzler
Hasta hace unos momentos me sentía con ganas de desintegrarme, de ser parte de la nada y pasar a jugar un papel decorativo. Pues mis ambiciones (si es que tengo) se reducían simplemente a existir en algún punto del espacio, a ser pequeño, a quedarme con lo que tengo y lo que pueda producir.
Pero también fue un rato de meditación y pensar: Qué demonios quiero hacer.
Y hablo en un sentido general; no sólo esa superación económica que (desde hoy) he estado considerando, sino también con esa astilla que es la escuela...¿Acaso no sería más fácil abandonar todo y dedicarme exclusivamente a lo que, creo yo, vale la pena?.
Tras unos cuantos tragos y una extenuante conversación con mi progenitor me di cuenta de que no, no sería fácil en ningún sentido, ni la mejor decisión del año. Sería prolongar lo inevitable hasta llegar al borde de un escenario lleno de “hubieras” y reproches.
Además, tuve la oportunidad de cruzar palabras con un muy estimado amigo que se vio en una situación similar a la mía...muy similar...el cual me dijo algo muy sencillo, algo que infinidad de personas se tomaron el tiempo de explicarme pero que, no podía (o no quería) entender:
Y bueno, han de estar pensado: “Wey, pero eso ya todos lo sabemos” pero la verdad es que a mi me costó mucho ponerme en esa posición, debido a que no soy muy dado a ese tipo de analogías.
Soy terco e indeciso (una pésima combinación, si me lo preguntan), evito tomar decisiones sobre mi futuro, pues creo que todo tiene una forma natural de ser y de hacerse; en consecuencia, soy un tipo relajado de ideas inconclusas que responde un: “No sé” cuando de su futuro se le pregunta. Pero hoy entendí que, aunque está demás preocuparse por lo que pasará con tu vida en diez años, nunca sobra adaptarse un poco al sistema y aprovecharlo de la mejor forma posible.
Gracias, a los dos. Gracias por no dejarme fallar más de una vez.
Y, citando a Rorschach: "Never Surrender". ¿Verdad, carnalito?.
Paz.
[PS: Sigo queriendo una moto]