miércoles, 27 de enero de 2010

.::Bajo un árbol de limones sabor mango::.

Desde aquí puedo verlos, a todos y cada uno de ellos. Puedo verlos mientras salen de sus jaulas. Todos festejando, todos maldiciendo…todos con el sueño a sus pies, hincado y rogando por quedarse diez minutos más.
La luz del astro posado en su cenit, irradia tal energía que desintegra el iris de quien intente ver más allá del suelo. Con la vista enganchada a los pies, estos seres caminan de un lugar a otro. Todos festejando, todos maldiciendo…todos con el sueño a sus pies, hincado y rogando por quedarse diez minutos más.
Puedo verlos. A todos. Gritando que tienen miedo o cantando que tienen frío. Disimulando o aplaudiendo, riendo y viniendo, pasando, sin peso, acompañados. Unos miserables y otros tantos existiendo.
La una menos cuarto y el sol no parece dar señales de cansancio. No sede su lugar en el cielo ni deja de mentar madres en la tierra.
La una y diez minutos; me levanto de mi escondite, mi bunker, mi hogar y camino hacia la jaula. Aquí los ojos no arden, ni hace danza el aire, ni mucho menos se ve el azul en el techo. Aquí las nubes tienen formas de abanico y a los árboles se les llaman pupitres. Aquí es donde los veo más de cerca y menos ganas me dan de estudiarlos. Este es mi salón y a los extraños se les llama estudiantes.

jueves, 21 de enero de 2010

.::Tenía tiempo sin soñarte. Parte 1::.

Llenamos el espacio con palabras, sonrisas y silencios. Tan lleno quedó el cuarto con nuestras risas que fue inevitable quedar tan cerca de tus labios.

Me volví adicto a esos besos tímidos y cálidos que despegaban de tu boca para aterrizar sobre mi piel.
Tus latidos caían silenciosamente sobre mi pecho al abrazarte. Esos abrazos sordomudos donde podía percibirse un dejo de electricidad tornasolada. Luces de múltiples sabores bailaban en el pequeño espacio al que daban lugar nuestras palmas cuando nuestras manos se aprisionaban mutuamente. Cada roce, cada movimiento era tan nuevo como su antecesor, pero fluido, como piel sobre piel que ya se conoce.

Tenía tiempo sin soñarte, tenía tiempo sin querer hacerlo.
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miércoles, 20 de enero de 2010

.::Divagaciones de un martes por la mañana::.

Apenas soporto doblar mis manos y mis rodillas no quieren escuchar otra orden que les pida avanzar. Los esfuerzos por caminar son fallidos en lapsos cada vez más cortos, al grado de que las caídas son tan frecuentes como mi deseo por descansar.
Las ampollas en mis pies y manos relatan mis múltiples esfuerzos por frenarlo, contenerlo. Usando mi espalda a modo de resistencia en contra de una enorme pared agrietada que te empuja siempre más y más cerca del acantilado.
La fricción del suelo con mis pies desnudos ya parece algo cotidiano…se siente cotidiano. Tan cotidiano que da miedo.
Le temo a esa enorme masa de gritos y mentiras, de experiencias, verdades y alegrías. Temo de su forma y sus intenciones pues me son desconocidas, y rara vez me explica el porque de mis lesiones al intentar enfrentarla.
Duele, duele, duele como nada nunca me había dolido. Duele decirle que no, duele más decirle que sí.
La vida duele en todo sentido…pero es un dolor tan necesario