Warfare de baja intensidad::.

Sábado por la tarde. Olas perfectas, temperatura más que agradable y, claro, un asiento de primera con vista panorámica sintiendo el frío de mi cerveza en mi mano derecha.
Les juro, hermanos míos, que no era cualquier día en la playa; ese era "El día en la playa"...
¿Y que pasó?…

Pues bien, se aplicó la infalible y poco apreciada Ley de Murphy. Apenas iba dándole el primer trago a mi chela cuando llegaron estos personajes que, para ahorrarnos los derechos de autor, les llamaremos Nefastófeles y sus agregados culturales.
La verdad, dudo que Nefastófeles y compañía llegasen a la playa con toda la intención y saña de darnos en la madre, pero, ¿Qué les puedo decir? En verdad lo hicieron.
Estacionaron su camioneta blanca 4×4 lo más inhumanamente cerca de nuestro campamento y, sin previo aviso, abrieron las cuatro puerta del vehículo y comenzó a sonar ese repetitivo rasgueo característico de las rancheras/norteñas/gruperas a un volumen de magnitudes bíblicas.

Estoy completamente de acuerdo con eso de “cada quien escucha lo que quiere escuchar” Pues, como seres individuales que presumimos ser, somos capaces de decidir lo que nos gusta y lo que no. Pero, sinceramente, no soporto a aquellos que por default creen que sus gustos musicales son de un agrado universal y donde sea que lleguen con tal contaminación auditiva, serán bienvenidos y/o congraciados con un don divino e inexplicable.
Solo llegan, se instalan y se multiplican...como plagas, como un virus. Pareciera que Nefastófeles y su cuerpo selecto, encargado de la polución a base de plástico y latas de cerveza, se dedicasen a emigrar constantemente para no dejar que personas como yo, y los que me acompañaban ese día, puedan disfrutar de un tabaco mientras escuchan las olas romper en la playa.
Lo mismo me pasa frecuentemente en la escuela. Desde la aparición de esas bocinas en los celulares que ofrecen un sonido tan claro y bonito, todos se olvidaron de los audífonos.
Pero el más mierda es un pinche gordo que, creo yo, idolatra a metálica; pues es la única puta banda que escucha cuando estoy cerca...sinceramente me patea las bolas escuchar el mismo solo de guitarra tres veces al día.

Pregunto: ¿Qué tan difícil es tomar conciencia de que hay mas gente alrededor que no comparte esos gustos y bajar el volumen?.
Aveces intento convencerme a mi mismo que esa especie padece de alguna disfunción racional y es por eso que logro ser un poco mas tolerante cuando estoy en su hábitat.
Pero, igual que en muchos otros aspectos, no hay mucho en lo que se pueda intervenir en esos casos…solo ponerse los audífonos y mandarlos a chingar su madre...
Esperando que algún día Nefastófeles y sus allegados se encuentren en peligro de extinción.

Cabe recalcar, publico inteligente y conocedor, que no es algo personal contra ese tipo de música. Solo fue la que me tocó aquél día. Igual pudo haber sido Jazz, Rock o Metal y seguiría siendo molesto para algún otro gremio ubicado por ahí cerca.