41 años han pasado desde aquel día teñido de rojo y con olor a pólvora, en la ciudad de México.
El eco de la impotencia, la frustración, las palabras que exigían justicia y los puños levantados a modo de protesta han ido menguando conforme los días de sal lavan poco a poco las heridas e infecciones contraídas hace ya muchos años.
Se ha hablado tanto del 2 de octubre, que me atrevería a decir que el lienzo de su recuerdo ha comenzado a desgastarse, a enmohecerse y olvidarse donde se suelen olvidar los tragos amargos de la vida. Pocas son las palabras que quedan para describir nuevamente las causas/consecuencias de aquel día y, menor es aún, la cantidad de estudiantes que saben por qué hay familias que encienden veladoras año tras año el segundo día de octubre.
Sentado a la ventana, con cuaderno, pluma y escazas ideas en mano, me pregunto si en verdad se está olvidando, o seré yo el que ya no quiere recordar. Ignoro realmente en cuántas mentes aun estén presentes las ideas y pesares que invadieron a nuestros hermanos caídos en húmedas calles tras saludarlos un fusil.
Si la mínima esencia de conciencia gremial sigue presente entre nosotros, pensantes, creo que podemos incluso oír cómo esas almas de protesta nos gritan sus ideales y su ira desde el cantar de las piedras. Nos hablan desde la tierra, desde las hojas, desde la corteza que crece en ciertas ideas. Nos hablan durante nuestro insomnio y por la mañana cuando nos toca madrugar. Siempre intentando transmitir su espíritu inconformista, para que continuemos con su lucha, para que la volvamos nuestra, para que se deje a los jóvenes tener su juventud.
Insisto, mucho se ha dicho ya del 2 de octubre, pero creo que mientras recordemos en vez de actuar, difícilmente podremos escribir la historia que nos corresponde; de la cual habrá mucho más de que hablar.
Y para los que se declaran emancipados de tal compromiso. No hay que olvidar que, a veces, tal vez sin quererlo…me están escuchando.
lunes, 19 de octubre de 2009
domingo, 18 de octubre de 2009
sábado, 10 de octubre de 2009
.::Ese mi buen Gober::.
Hay muchas historias del porque cerraron esa escuela, pero la más creíble, creo yo, es la que cuenta cómo se quedaron sin presupuesto para pagar todo lo que implica administrar tal institución. La estructura en si, recordaba a una casa de esas genéricas pero adaptada para simular un buen espacio para docentes y alumnos. Alumnos y maestros de pintura, de guitarra, de batería, de acordeón; cada uno con un verdadero interés tanto de aprender como de enseñar lo aprendido.
Las escuelas de música son caras y más caro es el instrumento en algunos casos, pero esta escuela de artes daba la oportunidad de estudiar a un precio más accesible, porque realmente se enfocaban en hacer arte puro y desparramarlo a cubetazos por la calle, para que floreciera la creatividad en las áridas aceras de la ciudad.
Pero todo proyecto de ese tipo implica gastos, y dinero es el que rara vez hay en alacena como para mantener funcionando a ese gigante. En mi opinión, “El Gober” debería de ver por el crecimiento de estas visiones, apoyarlas mínimo en lo básico…pero también hay que entender que si se pone a dar limosnas a proyectos culturales, no quedarán fondos suficientes como para construir la fuente de 3 millones de pesos que adorna la entrada de Palacio de Gobierno, ni tendrá cómo demonios pagar la gasolina de sus múltiples y lujosos carruajes. Me sentiría culpable si por mi culpa, por mis sueños de ver crecer a mi ciudad en un aspecto que no sea el turístico, el gober no pudiese comprarse otro carro u otra casa más ostentosa que la anterior.
¿La solución entonces? A huevo que fue cerrar la escuela y vender el espacio para pagar las deudas. ¿A quién? A una lavandería, obviamente. A ver, de los paceños aquí presentes, ¿A cuántos les dolió qué cerraran una escuela de artes para convertirla en lavandería? ¿1?, ¿10?, ¿50? ¿Ninguno?, la verdad no sé si sea relevante o si de plano es necesario que 400 o 20,000 personas peguen de gritos para que se haga un trabajo tan sencillo. Y me atrevo a decir que es sencillo porque todo dentro de ese planeta funciona con los engranes de la burocracia. Todo es sistemático, tardado y tan lento como la erosión de la piedra más dura.
Considero toda una mentada de madre que eso pase en una ciudad que descubrió el desarrollo hace unos cuantos años. Lavanderías hay un chingo, no sé si tantas como oxxos, pero de que sobran, sobran.
¿Qué onda mi gober? Como que trabajando más y cantinfleando menos… ¿O le molesta hacer cosas útiles?.
Las escuelas de música son caras y más caro es el instrumento en algunos casos, pero esta escuela de artes daba la oportunidad de estudiar a un precio más accesible, porque realmente se enfocaban en hacer arte puro y desparramarlo a cubetazos por la calle, para que floreciera la creatividad en las áridas aceras de la ciudad.
Pero todo proyecto de ese tipo implica gastos, y dinero es el que rara vez hay en alacena como para mantener funcionando a ese gigante. En mi opinión, “El Gober” debería de ver por el crecimiento de estas visiones, apoyarlas mínimo en lo básico…pero también hay que entender que si se pone a dar limosnas a proyectos culturales, no quedarán fondos suficientes como para construir la fuente de 3 millones de pesos que adorna la entrada de Palacio de Gobierno, ni tendrá cómo demonios pagar la gasolina de sus múltiples y lujosos carruajes. Me sentiría culpable si por mi culpa, por mis sueños de ver crecer a mi ciudad en un aspecto que no sea el turístico, el gober no pudiese comprarse otro carro u otra casa más ostentosa que la anterior.
¿La solución entonces? A huevo que fue cerrar la escuela y vender el espacio para pagar las deudas. ¿A quién? A una lavandería, obviamente. A ver, de los paceños aquí presentes, ¿A cuántos les dolió qué cerraran una escuela de artes para convertirla en lavandería? ¿1?, ¿10?, ¿50? ¿Ninguno?, la verdad no sé si sea relevante o si de plano es necesario que 400 o 20,000 personas peguen de gritos para que se haga un trabajo tan sencillo. Y me atrevo a decir que es sencillo porque todo dentro de ese planeta funciona con los engranes de la burocracia. Todo es sistemático, tardado y tan lento como la erosión de la piedra más dura.
Considero toda una mentada de madre que eso pase en una ciudad que descubrió el desarrollo hace unos cuantos años. Lavanderías hay un chingo, no sé si tantas como oxxos, pero de que sobran, sobran.
¿Qué onda mi gober? Como que trabajando más y cantinfleando menos… ¿O le molesta hacer cosas útiles?.
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